martes, 6 de octubre de 2009

CAMINITO AL LAGO

En los claros días de verano, allá en el sur, en la patagonia, los días son muy largos.
Recuerdo con nostalgia a mi amiga Manu, que solía acompañarme en mis viajes a Esquel, Pcia de Chubut.
La comarca andina es maravillosa. Nosotras elegíamos el mes de enero para realizar el viaje, porque es el más cálido del año.
Nos despertábamos muy temprano y saboreábamos la jornada comenzando con un desayuno de humeante café cargado, con leche y unas sabrosas tortas fritas recién hechas que comprábamos en la panadería cercana a nuestro hospedaje.
Salíamos dispuestas a hacer el recorrido, serpenteando subidas y bajadas, por ese caminito que nos llevaba hasta el lago, sabiendo que tardaríamos un par de horas en llegar.
Sentíamos la adrenalina recorrer nuestros jovenes cuerpos, llenos de vigor y energía. Además, sabíamos, que ese caminito lo habíamos descubierto nosotras, y eso nos daba una felicidad infantil.
Porque el caminito nos guiaba hacia la meta escogida. Lo sentíamos nuestro amigo. Protegía nuestro andar, nuestras ansias de llegar. ¡Qué formidables aventuras en aquellos verdes años!
Ahora que ha pasado el tiempo, pienso en ese camino y me pregunto:¿siempre estará o se habrá perdido? O, quizá, todavía nos esté esperando.

martu

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